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domingo, 18 de marzo de 2012

Los Juegos del Hambre: llega el filme en que el futuro es un sombrío reality show

En el cine comercial, como en cualquier negocio, si se acaba el primer tiraje o hay escasa oferta inicial, llegan luego las reposiciones.

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Nadie va a dejar de ganar dinero si es que hay hambre del producto. Las sagas fílmicas son el mejor ejemplo: Harry Potter fue exprimida hasta en ocho partes (una más que los libros), Crepúsculo tiene cinco (uno más que los libros también), a la trilogía de La guerra de las galaxias le inventaron tres partes previas y en junio se estrena la esperada precuela de Alien. Se llama Prometheus y todos quieren verla.


Terminada la serie de Harry Potter y a punto de acabar la saga de Crepúsculo, el pequeño estudio Lions Gate Entertainment tuvo la astucia de decidirse a llevar al cine otra narración que tendrá una más que probable buena suerte de taquilla. La fuente es, para variar, un libro (al que le siguen dos secuelas) y aquel público cautivo de la serie literaria será el eventual germen de los positivos resultados en boleterías.

Estamos hablando de Los juegos del hambre, la película de Gary Ross que se estrena el próximo jueves en todo el mundo (incluyendo Chile) y que se inspira en el volumen homónimo de Suzanne Collins. Hay muchos factores que hacen presagiar el éxito de la cinta: el libro de la estadounidense Collins lleva 80 semanas seguidas al tope de los más vendidos en la lista de The New York Times, se han publicado tres millones de ejemplares en todo el mundo y la preventa de entradas para la película superó el récord de Eclipse, la tercera parte de Crepúsculo.

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Las primeras críticas han sido bastante positivas, desde juicios como el de Xan Brooks, en The Guardian ("Esta película es la más rara de las bestias: una superproducción que es inteligente"), al de Robbie Collin, en The Daily Telegraph: "Esta es una adaptación provocativa, fresca y oportuna".

"Como suele pasar con las películas basadas en libros, hay bastantes expectativas de parte de los seguidores, pero puedo decir tranquilamente que yo no he sentido ningún tipo de presión para estar a la 'altura' de algo. Es más, yo mismo soy un fan de las novelas de Suzanne Collins y no me hubiera metido en esta empresa de no haberme identificado con la historia. En el guión, además, participó la escritora", explica el realizador Gary Ross vía telefónica.

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¿Y cuál es la historia que cuenta Los juegos del hambre?

Es una bastante oscura, a veces apocalíptica y en no pocas ocasiones terrorífica. En un futuro no muy lejano, Norteamérica ha quedado reducida a un país semisalvaje y colonizado por la cultura de los medios masivos. La mencionada nación se llama Panem, está dividida en 12 distritos y el centro de todo es Capitolio.

La vida es dura, hay una suerte de Gran Hermano que todo lo controla, y el pueblo vive o cazando animales o viendo un reality show llamado Los juegos del hambre. El que gana recibe como premio víveres y dinero que le aseguran una vida sin trabajo y esfuerzo. El que pierde, muere. Un día aciago, el gobierno elige a los adolescentes Katniss (Jennifer Lawrence) y Peeta (Josh Hutcherson), quienes se conocen desde pequeños, para participar y enfrentarse en el show.

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"Me leí la novela de Suzanne Collins en un par de días. Es un retrato fascinante de una sociedad controlada por los medios masivos.

Pero, a pesar de este autoritarismo, hay algunos bastiones de revolucionarios que buscan preservar algo de humanidad. Esta esperanza está representada por los muchachos de la cinta", explica Ross, que antes dirigió Pleasantville (1998) y Seabiscuit (2003). Sobre el ritmo de la película, el realizador sostiene que trató de imitar la novela: "Traté de que fuera tan frenética y atrapante como las páginas que me devoré".

¿Siente que esta película y las dos partes que están proyectadas a futuro buscan llenar el espacio dejado por Harry Potter?

Es bonito que digan eso, pero este es un trabajo que vale por sí solo, más allá de cualquier comparacion. Cuando hice la película, no pensé en el próximo fenómeno de la taquilla mundial o algo así. Créeme. Lo hice porque la novela original realmente me atrapó.

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¿Le gustó el tono orwelliano de esta realidad ?

Me gustó poder mostrar este futuro que tiene algo del 1984, de Orwell, y de Un mundo feliz, de Aldous Huxley, que es totalitario y es una distopía. Me interesó poder exhibir una realidad donde el entretenimiento es usado como herramienta de dominio político. Pero debo decir que también quise exhibir a las personas y sus puntos débiles, a lo que queda de humanidad bajo ese régimen totalitario. Mis héroes son muchachos que rechazan jugar el rol que la sociedad les tiene asignados y eso los hace más fuertes, los coloca en una posición de revolucionarios.

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