Así en la vida, como en el cine

Curiosa por saber de qué cosa se trata semejante filme, leí que la película es del género ciencia ficción, que está basada en una “trilogía” para adolescentes, escrita por una señora llamada Suzane. ¿La historia? Parece que, según cuenta un diario de Los Ángeles, la historia tiene una heroína: “una chica de 16 años que debe luchar para ganar una batalla a muerte organizada por un gobierno tirano en un futuro decadente…”.

Me quedé pensando en esa descripción del medio: una chica joven que debe salir a enfrentar la hostilidad de un mundo en el que todo el poder está en manos de los que no debieran tenerlo y que además, obligan a los humanos (o lo que sea que aparezcan en estas nuevas sagas) a pelear hasta morir o matar, sólo para lograr la sobrevivencia.


No sé si a ustedes les pasa, pero muchas veces he visto cómo lo que uno lee en una novela o ve en el cine como “ciencia ficción” , luego de unos cuantos años, se puede observar en la realidad. No siempre coinciden todos los detalles, pero que las cosas ocurren como si el que escribió la novela o hizo el filme hubiese “viajado al futuro” para contar una historia que al final termina como una premonición.

Lo que más me preocupa es lo mucho que se está pareciendo la ficción a la realidad últimamente. No por mí, ya que a esa altura del “campeonato” (unos 40 o 50 años más ), estaré jugando una partida de truco con San Pedro –o tal vez en alguna otra parte que mejor no nombro–, mientras acá en este planeta, las cosas que ahora muestran las películas, estén ocurriendo.

Sucede que una se pone a pensar que el mundo de hoy, pone a los jóvenes y adolescentes en la terrible posición de aprender a defenderse de los otros porque la pelea por la superviviencia será “a muerte”. Es decir, si las cosas siguen para el lado que parecen ir en el mundo, ya no quedarán espacios para las ideas que no se defiendan a sangre y fuego.

Viendo los noticieros, uno no deja de temblar ante lo que pasa. En el mundo real de hoy, hay guerras, masacres y hambrunas –todas evitables– que contemplamos casi sin que nos moleste seguir masticando la tostada con dulce de leche que estamos desayunando. Hay noticias dolorosas que nos tocan de cerca, pero que dejamos pasar como si nada, luego de algunos comentarios compartidos con cara de indignación: “¿Viste lo que le pasó a esa chica?” o “¡Qué desastre en el Chaco, la pobre gente…!” Y más nada…

Cada uno libra su batalla solitaria, su “guerra a muerte” individual, como si alguien hubiese borrado de nuestro diccionario de vida, la esperanza, la solidaridad, el amor por ese otro al que mal llamamos “prójimo”. Una pelea en la que estamos “conectados al mundo” por la tecnología, pero cada vez más alejados de los otros.

Sería bueno que los jóvenes se atrevan a corregir el libreto y cambiar el triste final, por un final feliz en el que nunca se les mueran los sueños ni las esperanzas.

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