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sábado, 28 de abril de 2012

Los juegos del hambre: ¿cuánto nos falta para el retorno de los gladiadores?

Hace más de 70 años que doce distritos se rebelaron contra el Capitolio: sofocada la revuelta, y para que nunca olviden el precio de la paz, cada distrito debe enviar anualmente a un chico y una chica adolescentes. Reunidos los 24 jovencitos, deberán matarse entre ellos bajo la mirada omnipresente de las cámaras, que lo retransmiten todo: sólo puede quedar uno, que recibirá honores.

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Algunos chavales llegan por sorteo. Otros se han entrenado en el uso de armas y en técnicas de supervivencia y se presentan voluntarios. Katniss, buena arquera después de años como cazadora furtiva, se presenta sustituyendo a su indefensa hermanita.

En los libros la acción avanza vista desde los pensamientos de la protagonista, a la vez dulce y fuerte, que en un principio se niega a deberle nada a nadie, y sólo al final aprende a acoger el don, a recibir las cosas como regalos, no como deudas, a vivir la gratuidad. La chica que desprecia el matrimonio o tener hijos, acabará apreciándolo (muy al final).

En la película, que recoge sólo el primer libro, la acción la vemos "desde fuera", y eso hace que se centre en los aspectos sociológicos, una descripción rápida de la sociedad que ha resucitado los juegos de gladiadores. Con críos de 12 años.

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"El Capitolio" es el nuevo imperio. Usa toda la parafernalia de la vieja Roma (desfiles de carros de caballos, por ejemplo) y también la de los modernos medios de comunicación de masas. El locutor-estrella Claudius entrevista uno a uno a "los que van a morir", entre risas y aplausos. Es la banalización de la muerte y el mal.

El organizador de los juegos se llama Séneca. ¿Casualidad? El Séneca del s.I, hispano contemporáneo de Cristo, virtuoso estoico maestro de Nerón, despreciaba los juegos de gladiadores sólo por razones estéticas y elitistas, no morales, como recordaba un artículo de ForumLibertas. En sus "Cartas morales a Lucilio", sólo se queja de que los luchadores llevan poca protección: es poco emocionante.

En su interesantísima novela futurista Cyclus Apocalypticus, José A. Fortea explica como en sólo 6 generaciones la sociedad vuelve a los juegos de gladiadores y otras crueldades propias de la antigua Roma (explicado en este fragmento). Por un lado, el público quiere emociones fuertes. Primero se retransmiten ejecuciones. Después, se pregunta al criminal condenado si prefiere morir luchando, quizá salvándose si lucha bien. Se retransmite desde un país pequeño y exótico, pero luego -audiencias mandan- lo acepta todo el planeta.

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En este sentido, Suzanne Collins, quizá carga las tintas en sus novelas contra el poder político... aunque la película muestra muy bien que el pueblo, la plebe, pide sangre, pero bañada en glamour. ¡Lo que quería Séneca (el histórico y el de la novela)!

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Queda claro que "el Capitolio" tiene más poder que el viejo Imperio Romano: aquí no hay donde huir, con su tecnología moderna todo lo controla, implanta chips bajo tu piel para seguirte, en la "arena", el "circo" virtual, puede generar todo tipo de horrores. Juega con cosas que deberían pertenecer a Dios, como la libertad, la vida y hasta la esperanza: ¡por eso permiten que un luchador viva al final!

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La pregunta, pues, es ¿cuánto nos falta para llegar a este imperio, que repite el romano pagano, pero peor, porque tiene más control y tecnología? Prácticas romanas que el cristianismo cercó hasta su mínima expresión, como el aborto, el horror a la fecundidad y el sexo hedonista (homosexual incluido) ya han vuelto, son legales y hasta se pretende enseñarlas en las escuelas como virtuosas. Los cristianos, que se oponen a ellas, son vilipendiados una vez más.

Otras similitudes aún están en proceso: el poder político se hace incuestionable (si no hay Dios, el poder establece todo: el bien, el mal, la libertad, etc...) y ya hay "bioeticistas" que defienden el infanticidio (común con niños enfermos en Holanda, por ejemplo). El filósofo Séneca tampoco veía mal deformar a los bebés para mendigar con ellos o crear así monstruos divertidos para el espectáculo.

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Es curioso que en "Danza de Dragones", la muy vendida última novela de G. R.R. Martin, de la saga "Canción de Hielo y Fuego", el tema reaparece: países en los que se han abolido los combates a muerte de gladiadores, piden por activa y por pasiva que por favor se vuelvan a legalizar. Lo pide el pueblo, los empresarios, los gladiadores profesionales, los que creen que así hallarán fortuna... ¡Siempre hay buenas razones para matar, económicas sobre todo!

Como los israelitas en el desierto, nuestra cultura de la comunicación de masas mira al pasado, volver a la esclavitud "en la que nos divertíamos más". Emociones más fuertes. En Juego de Tronos, más tetas. En las series de gladiadores de la HBO (Roma, Espartaco), más violencia. Incluso en "Los Juegos del Hambre", ¿no está el morbo en ver cómo se matan niños de 12 años? (Yo no dejaría ver esta película a nadie con menos de 14 años). ¿No es perturbador ver como un grupo de alegres adolescentes, una pandilla bien avenida, armada hasta los dientes, cazan y persiguen a sus presas entre bromas?

Quizá los poetas son profetas. Martin y Collins y cierta literatura fantástica nos avisan: un nuevo Imperio cruel y esclavista está a las puertas, que no otorga ningún sentido a la vida y sólo quiere entretenimiento, dosis cada vez más crueles. Al anterior imperio sólo lo humanizó la moral judeocristiana, no estoicos como Séneca. ¿Qué queda para frenar a este?

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