Es una posibilidad muy remota, es un suicidio tal vez, pero es lo único en que puedo pensar. Me inclino y beso de lleno a Peeta en la boca. Todo su cuerpo comienza a estremecerse, pero sigo con mis labios apretándolos contra él hasta que tengo que separarme por aire. Mis manos se deslizan hacia las muñecas para estrecharlas.
No dejes que te aleje de mí. — Peeta jadea duro como cuando lucha con los estragos de las pesadillas en su cabeza. — No. Yo no quiero...
Aprieto sus manos hasta el punto de dolor.— Quédate conmigo.
Sus pupilas se dilatan más precisamente, se dilatan más rápidamente, y luego
regresan a algo parecido a la normalidad.
Siempre —murmura.
No dejes que te aleje de mí. — Peeta jadea duro como cuando lucha con los estragos de las pesadillas en su cabeza. — No. Yo no quiero...
Aprieto sus manos hasta el punto de dolor.— Quédate conmigo.
Sus pupilas se dilatan más precisamente, se dilatan más rápidamente, y luego
regresan a algo parecido a la normalidad.
Siempre —murmura.
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