El cine ha elevado su popularidad, pero su historia, contada en primera persona como una especie de diario, lleva capturando fanáticos desde 2008.
Fue ese año cuando la editorial Scholastic Press publicó Los Juegos del Hambre, el primero de los tres libros escritos por Suzanne Collins . Los otros dos son En llamas y Sinsajo.
Son una mezcla que recoge el mito de Teseo, el circo romano, los realities y las visiones posapocalípticas con regímenes totalitarios. Es, pues, algo así como 1984 para adolescentes, con triángulo amoroso incluido.
Un dato curioso. La misma Collins contó que el nombre de Panem viene de la locución latina panem et circenses, es decir: pan y circo.
La historia
Panem es un país ubicado en lo que fuera Estados Unidos. Está dividido en 12 distritos y es gobernado por El Capitolio.
Cada año los distritos envían dos jóvenes a los Juegos del Hambre, una lucha a muerte televisada con la que se divierte al Capitolio y se advierte a los demás que revelarse, como lo hizo el destruido Distrito 13, no es una opción.
Contra todo tirano, sin embargo, siempre se cuece una revolución.
La crítica
Sin causar el fanatismo de Harry Potter y los suspiros románticos de Crepúsculo, los libros de Suzanne Collins lograron capturar una buena franja del público adolescente con termas como la pobreza, las consecuencias de la guerra, la falta de derechos y la rebelión.
Las cifras lo dicen: una obra traducida a 26 idiomas, sus más de 800 mil copias vendidas y más de un millón de unidades vendidas a través de Amazon, la tienda electrónica que suerte de textos a la tableta Kindle.
Su éxito también está apoyado por las críticas. Como "un libro adictivo" lo calificó el también escritor Stephen King. En la revista Time calificaron su violencia como hipnótica.
Interacción y participación
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