
No te vayas aún. No hasta que me duerma. ― Digo. Peeta se sienta en un lado de la cama, calentando mi mano en las dos suyas.
― Casi pensé que habías cambiado de idea hoy. Cuando llegaste tarde para cenar.
Estoy confusa pero puedo adivinar a qué se refiere. Con la valla en funcionamiento y yo apareciendo tarde y los agentes de la paz esperando, pensó que me había escapado, tal vez con Gale. ― No, te lo habría dicho. ― Digo.
Levanto su mano y apoyo mi mejilla contra el dorso, absorbiendo el leve aroma a canela y pepinillos de los panes que debe de haber horneado hoy. Quiero contarle lo de Twill y Bonnie y el levantamiento y la fantasía del Distritro 13, pero no es seguro hacerlo y puedo sentir cómo me estoy yendo, así que sólo digo una última frase. ― Quédate conmigo. Mientras los hilos del jarabe para dormir me arrastran hacia abajo, puedo oírle susurrar una palabra en respuesta, pero no acabo de entenderla.